No nos hemos vuelto locos, esto va de deporte, tranquilos.
El pasado 24 de enero iba a correr el Duatlón de Benifaió. Era la prueba
soñada, con los amigos del club, mi padre en moto de carrera, muchos conocidos,
etc. Pero un pinchazo en el tendón de Aquiles hizo que se quedara en eso, un
sueño.
En un primer momento cuesta renunciar a eso. Nos gusta
competir y entrenar y parar a un deportista es similar a matarlo. Pero ya decía
en las conclusiones del 2014 que una de las cosas a mejorar este año era saber
renunciar a ciertas cosas y tener claros los objetivos. ¿Podría haber forzado
para Benifaió? Sí, cojo del todo no estaba. ¿Qué hubiera pasado? Nadie lo sabe,
pero probabilidades de lesión seria tenía bastantes.
Aquí es donde entra la lógica. La semana siguiente, el 31 de
enero, tenía la toma de tiempos del programa de tecnificación de triatlón. Aquí
sí que me jugaba algo y tenía que estar y lo mejor posible. Ahora parece muy
lógico y sensato renunciar a correr una prueba test por no forzar cuando no se
debe. Pues charlas con mucha gente, y alguna bronca, ha costado entenderlo.
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