Hasta el miércoles de esa misma semana no teníamos claro si finalmente asistiríamos. Las pruebas internacionales funcionan así, hay un límite de plazas y hasta última hora te pueden llamar para competir. Competíamos el domingo, así que teníamos tiempo de sobra para organizar el viaje (nótese la fina ironía). Dado que los billetes de avión estaban a precios prohibitivos y que la ONCE nos volvía a ceder la furgoneta, decidimos viajar en primera clase, pero sobre ruedas.
Salíamos el viernes justo después de comer. Para sobrellevar
mejor los casi 1300km, además de Roberto, vinieron mi padre y mi tío como
conductores. De momento no me dejan conducir a mí, lo seguiré intentando. Para
llegar lo mejor posible, llevábamos un kit de viaje digno de mencionar: medias
de compresión, electroestimulador, gel frío y comida para un ejército. A las 4
de la madrugada llegábamos, directos a dormir.
A la mañana siguiente nos reuníamos todo el equipo de
paratriatlón para reconocer circuito de bici y carrera. Lo habían cambiado
respecto al año anterior. Esta vez circuito llano, sin ninguna curva, dos giros
de 180º y asfalto perfecto, para volar. A nosotros nos encantó. Por la tarde
reunión técnica, a la cual llegamos de milagro, cena todos juntos y a
descansar, que el cuerpo lo necesitaba. Parece que no aprovechamos los viajes,
porque llegamos y lo único que hacemos es competir, encerrarnos en la
habitación y salir para comer. Pero si queremos rendir al 100% el día de la
carrera, es lo que debemos hacer.
El domingo competíamos a las 11:30, así que pudimos dormir
mucho y muy bien, nos despertamos al 120%. Pronto por la zona de transición,
tener todo claro y controlado y a prepararnos para nadar. Se nadaba en un río
con corriente a favor, para contrarrestar esto la distancia la aumentaron hasta
casi 1km, perfecto. Salimos fuertes (yo al menos) e intentar aguantar el ritmo.
Salimos primeros de nuestra salida y con la sensación de haber nadado muy bien.
Transición, esta vez me costó a mí un poco más de lo habitual, y a dar pedales.
Intentamos llevar un ritmo alto para que tardaran el máximo
posible en cogernos por detrás. Al final de la primera vuelta nos alcanza
nuestro amigo Dani Llambrich. Lo cogemos como referencia y seguimos su ritmo. A
mitad segunda vuelta nos pasan los franceses, pero tampoco se nos van
demasiado. Desde fuera debió ser una carrera espectacular, 3 tándems seguidos y
marcándose entre ellos. Para nosotros estar ahí fue una sorpresa. Sobre el
papel ambos tienen mejor nivel ciclista, pero a base de ganas y piernas pudimos
aguantar con ellos y demostrarnos que estamos ahí. Al final de la última vuelta
nos alcanzo a todos el tándem italiano, para así entrar juntos a la segunda
transición. La carrera a pie iba a ser bonita.
Nos quedamos un poco detrás en la entrada a boxes, aun no
sabemos muy bien porque, zapatillas de correr y a cazar por delante. Sabemos cómo
corren nuestros rivales y el pódium estaba muy difícil, además, bajamos a
correr bastante tocados, pero así es el triatlón! Primera vuelta sin ver a
nadie, en un circuito lleno de giros y de trampas para los deficientes
visuales. Al empezar la segunda ya vemos a los italianos y nos lanzamos a por
ellos. Les pasamos e intentamos aumentar un poco el ritmo para que no se nos
pongan a rueda. Apretamos dientes hasta meta y entramos 5º pero lo más
importante, las diferencias con los de delante se van reduciendo carrera a
carrera. Nos vemos más competitivos y fuertes en todos los segmentos.
Con esta sensación de trabajo bien hecho, satisfacción y
ganas de más, las 13 horas de vuelta a casa fueron más amenas.
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